Aire fresco
En los edificios donde las personas desarrollan sus actividades se requiere una importante cantidad de aire fresco el cual, normalmente, debe ser calefaccionado o enfriado dependiendo de la estación. Los edificios modernos son tan herméticos que la cantidad necesaria de dicho aire fresco sólo puede ser suministrado a través de unidades de acondicionamiento. Una vez acondicionado, el aire es luego distribuido por medio de un sistema de conductos en los diversos ambientes del edificio. A posteriori, dicho aire ya contaminado se extrae por medio de un sistema de conductos completamente separado del primero. Antes que el aire contaminado sea expulsado al exterior por la misma unidad de acondicionamiento, debe recuperarse la mayor cantidad posible de energía (en forma de calor en invierno y frío en verano). La inmensa mayoría de los edificios no residenciales en los Países Bajos están equipados con estos sistemas.